Todo
este proceso comienza con la ovulación.
La ovulación permite que un folículo, que ya se ha desarrollado, se reviente
para que el ovulo que está en su interior, sea recibido por la
trompa de Falopio, la cual tiene vellosidades y un músculo que permiten que
este progrese y avance hacia la cavidad.
Después
de que se da la ovulación, el cuerpo comienza a producir una hormona que se
llama progesterona, la cual nutre
el endometrio para que sea capaz de recibir y mantener el embrión.
El
óvulo maduro permanece disponible casi 24
horas para ser fecundado.
Cuando se tiene una relación sexual en este tiempo, millones de espermatozoides
ingresan a través de la vagina, ascienden por el cuello del útero, entran a
este, y posteriormente se dirigen hacia las Trompas de Falopio en busca del
óvulo para fecundarlo. Los espermatozoides permanecen más o menos tres días
disponibles para fecundar.
Después
de la unión de un óvulo con un espermatozoide, se ‘cierran las puertas’ del
huevito, ejerciendo un cambio en la membrana para
impedir que ingrese otro espermatozoide.
Luego,
en la trompa, el óvulo fecundado comienza a sufrir cambios. La información
genética femenina y masculina se mezcla y esa célula única, que es un óvulo, pasa a ser un ‘aparato’ que tiene toda
la información necesaria para conformar un embrión.
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